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lunes, 1 de septiembre de 2025

Gestión de Riesgos en Entornos Escolares: Lecciones del Caso de Valeria Afanador en Cajicá, Colombia

 



Gestión de Riesgos en Entornos Escolares: Lecciones del Caso de Valeria Afanador en Cajicá, Colombia


Introducción


El caso de Valeria Afanador, la niña de 10 años  hallada sin vida tras desaparecer en Cajicá en agosto de 2024, marcó un punto de quiebre en la reflexión social sobre la seguridad escolar en Colombia. Más allá de la tragedia individual, este suceso revela fallas estructurales en la prevención, atención y gestión de riesgos en entornos educativos. El análisis de este caso, desde un enfoque académico y de gestión del riesgo, ofrece aprendizajes claves para fortalecer los protocolos institucionales y proteger de manera integral a la población infantil.


Marco teórico


1. Gestión del riesgo (ISO 31000:2018 y Marco Sendai 2015-2030)


La gestión del riesgo es un proceso estructurado y continuo que busca identificar, evaluar y tratar amenazas que pueden afectar a personas, activos e instituciones.

Según la ISO 31000:2018, el riesgo es el “efecto de la incertidumbre sobre los objetivos”, y su gestión exige establecer contextos, identificar amenazas, analizarlas y tratarlas con un monitoreo constante.

El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030) señala que la reducción de riesgos debe integrarse en políticas públicas con enfoque preventivo y énfasis en poblaciones vulnerables.

En entornos escolares, esto implica contar con planes preventivos y protocolos inmediatos de actuación, ya que la demora en la respuesta incrementa el impacto de los incidentes.


2. Criminología ambiental y prevención situacional (CPTED: Crime Prevention Through Environmental Design)


El entorno influye en la probabilidad de ocurrencia de hechos delictivos o de riesgo.

CPTED propone control natural de accesos, vigilancia y refuerzo territorial para reducir vulnerabilidades.

En los colegios, esto se traduce en seguridad perimetral, cámaras bien ubicadas, control de entradas y salidas, y protocolos diferenciados para estudiantes con necesidades especiales.

En Cajicá, la falta de estas medidas favoreció tanto la desaparición como la dificultad en la búsqueda inicial.


3. Protección integral de la niñez (Convención sobre los Derechos del Niño, ONU, 1989)


El artículo 19 de la Convención obliga a los Estados a proteger a los niños contra toda forma de violencia, abandono o descuido, incluso dentro de instituciones educativas.

Los colegios deben ser entornos de garantía plena de derechos.

En casos de discapacidad, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006) obliga a adoptar medidas diferenciadas de cuidado y accesibilidad.

La ausencia de protocolos ajustados a la condición de Valeria constituye una violación de estos estándares internacionales.


4. Gestión de crisis y resiliencia organizacional


La gestión de crisis implica prever escenarios críticos, planificar respuestas y entrenar a los actores (Mitroff, 2005; Coombs, 2014).

Una organización resiliente previene riesgos, responde con rapidez y recupera la confianza social.

En Cajicá, la respuesta tardía, la comunicación confusa y la falta de coordinación reflejaron la ausencia de una cultura resiliente.


Análisis del caso


El fallecimiento de Valeria puso de relieve la falta de protocolos efectivos para la atención de emergencias escolares. La demora en la activación de alertas, la ausencia de un plan de respuesta inmediata y las deficiencias en la coordinación entre colegio, autoridades y comunidad evidencian un vacío crítico en la gestión de riesgos.

Este hecho no solo resalta la vulnerabilidad de los niños en entornos escolares, sino también la necesidad de asumir la protección infantil como una prioridad de seguridad humana y política pública.


Implicaciones para la gestión de riesgos en colegios


1. Prevención estructural: planes de seguridad escolar actualizados, simulacros, rutas seguras y personal capacitado.

2. Protocolos inclusivos: estrategias diferenciadas para estudiantes con discapacidad o condiciones especiales.

3. Tecnología al servicio de la seguridad: cámaras, botones de pánico y sistemas de geolocalización que faciliten respuestas inmediatas.

4. Coordinación interinstitucional: integración de colegios, Policía, autoridades locales y comunidad en protocolos claros de emergencia.

5. Cultura de resiliencia: educación para la prevención y la corresponsabilidad de docentes, padres y estudiantes.


La gestión de riesgos como eje de protección infantil


El caso de Valeria Afanador no debe asumirse únicamente como una tragedia aislada, sino como un llamado urgente a fortalecer los sistemas de gestión de riesgos en entornos escolares. La gestión de riesgos, entendida como un ciclo permanente de identificación, análisis, tratamiento, monitoreo y comunicación, se convierte en la herramienta más poderosa para reducir vulnerabilidades y anticipar incidentes que comprometan la vida y la seguridad de los niños.


La prevención efectiva exige diseñar protocolos claros, entrenar al personal educativo, integrar tecnología y garantizar la participación activa de las familias y la comunidad. Asimismo, la respuesta debe centrarse en la inmediatez, la coordinación interinstitucional y la transparencia, evitando demoras con consecuencias irreversibles.


En definitiva, la gestión de riesgos no es solo una técnica administrativa, sino una obligación ética y social: proteger a los más vulnerables. Incorporar esta visión en los colegios no solo previene emergencias, sino que fortalece la confianza en las instituciones educativas, consolidando entornos más seguros, resilientes y humanos.