
El arte de decidir en terreno hostil
Quien inicia su camino como operador militar privado aprende pronto que la hostilidad no siempre está en el fuego abierto. Muchas veces se esconde en una mesa de negociación, en una conversación tensa con una autoridad local, o en un silencio que pesa más que un disparo. En esos espacios, decidir bien es tan vital como cubrirse detrás de un muro.
El pulso de lo inmediato
La táctica vive en el presente. Resolver un permiso de paso, calmar una disputa, abrir una ruta segura. Todo eso exige rapidez, instinto y claridad. El operador debe actuar con firmeza, porque en terreno hostil el tiempo nunca está a favor.
Pero lo inmediato no es inocente: cada gesto deja huella. Una negociación que hoy parece una victoria puede convertirse mañana en un obstáculo; una concesión mínima puede transformarse en la base de la confianza futura.
La mirada que trasciende
La estrategia no se mide en horas, sino en meses y años. Preguntas como:
¿Qué reputación estoy construyendo con cada acción?
¿Qué relaciones fortalecen o debilitan mi libertad de operación?
¿Cómo quedará mi nombre, el de mi equipo y el de mi empresa después de esta misión?
Esa mirada estratégica no siempre da aplausos inmediatos, pero sostiene la continuidad, protege la legitimidad y abre puertas para nuevas operaciones.
Dos relojes, un mismo oficio
El arte de decidir en terreno hostil consiste en escuchar a la vez dos relojes:
El reloj rápido de la táctica, que marca el pulso del ahora.
El reloj lento de la estrategia, que recuerda hacia dónde vamos.
Quien aprende a escuchar ambos entiende que negociar no es solo sobrevivir al día, sino construir un mañana más seguro.
Tres espejos en el cine 🎬
La tensión entre táctica y estrategia ha sido retratada en varias películas que hoy sirven como espejos formativos:
“13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi” (2016): muestra cómo operadores privados defendieron un complejo diplomático bajo asedio. La táctica fue sobrevivir a oleadas de ataques, pero la estrategia falló en la coordinación política y en la anticipación de riesgos. Resultado: una victoria en el terreno que se convirtió en derrota en la narrativa global.
“Black Hawk Down” (2001): la operación en Mogadiscio evidenció cómo una misión táctica mal planeada puede escalar en cuestión de minutos. Soldados atrapados, helicópteros caídos y un alto costo humano para una intervención cuyo objetivo estratégico no estaba claro. Una lección amarga: cuando la estrategia no sostiene la táctica, la táctica se convierte en desgaste.
“La noche más oscura” (Zero Dark Thirty, 2012): la operación que culminó en la eliminación de Bin Laden muestra el otro lado: años de estrategia, inteligencia y preparación convergieron en minutos tácticos de precisión quirúrgica. Aquí, la táctica y la estrategia se alinearon para producir un resultado que trascendió el momento.
Estos relatos cinematográficos recuerdan al operador en formación que no basta con “saber reaccionar”: hay que comprender cómo cada acción se inscribe en un marco más amplio de legitimidad, política y memoria colectiva.
Ejercicio de simulación: “Decisiones bajo fuego”
Contexto
Eres parte de un equipo de operadores privados desplegados para proteger a un grupo de asesores internacionales en un país con tensiones internas. La ciudad atraviesa disturbios y existe amenaza de grupos armados hostiles.
Durante una patrulla de rutina, reciben información de inteligencia: un convoy aliado ha sido emboscado en un barrio cercano. Tú y tu equipo deben decidir qué hacer.
Escenario 1 – La decisión inmediata (nivel táctico)
Opciones:
1. Ir en apoyo directo al convoy, aun sin contar con suficiente información de la magnitud del ataque.
2. Permanecer protegiendo a los asesores internacionales, cumpliendo estrictamente tu misión contratada.
3. Buscar un punto intermedio: trasladar a los asesores a un lugar seguro y luego dirigirse en apoyo al convoy.
Preguntas de reflexión:
¿Qué opción elegirías y por qué?
¿Qué riesgos asumes al tomar esa decisión?
¿Qué pierdes si eliges otra?
Escenario 2 – El eco de la decisión (nivel estratégico)
Horas después, los resultados comienzan a verse:
Si apoyaste al convoy, lograste salvar vidas, pero tus asesores quedaron vulnerables y el contratante cuestiona tu prioridad.
Si te quedaste protegiendo, tu equipo cumplió la misión formal, pero ahora circula en medios internacionales que “no apoyaron a sus aliados en combate”.
Si buscaste un equilibrio, ninguno de los dos lados quedó plenamente satisfecho, pero mitigaste parcialmente los riesgos.
Preguntas de reflexión:
¿Cómo se conecta tu decisión táctica con las consecuencias estratégicas?
¿Qué hubieras cambiado con la información que ahora conoces?
¿Qué similitud encuentras con Bengasi, Mogadiscio o Abbottabad?
Objetivo del ejercicio
Que el alumno entienda que:
La táctica resuelve el momento, pero puede abrir o cerrar puertas a nivel estratégico.
Toda decisión tiene un “segundo capítulo” que no se ve en el terreno inmediato.
Un operador profesional piensa no solo en sobrevivir o cumplir la orden, sino en cómo su acción impacta la legitimidad y continuidad de la misión.
Reflexión final 🎖️
Un operador privado en entornos internacionales no solo es un técnico de la seguridad: es un arquitecto de decisiones. Cada acción —desde la más pequeña en un retén hasta la más grande en una operación de rescate— se convierte en un ladrillo que construye o debilita la confianza de aliados, contratantes y comunidades.
La táctica es indispensable: salvar vidas, ganar segundos, evitar una bala perdida. Pero sin estrategia, esos logros quedan como victorias huecas que se desmoronan con el tiempo. Por eso, el operador maduro aprende a vivir con dos exigencias simultáneas: responder al fuego y, al mismo tiempo, leer el horizonte.
Ese equilibrio exige cultivar tres virtudes poco mencionadas en el adiestramiento técnico:
Lucidez bajo presión, para que la urgencia no apague la capacidad de pensar más allá del instante.
Memoria estratégica, porque cada decisión será recordada no solo por quienes estaban allí, sino también por quienes luego construirán narrativas políticas, mediáticas o contractuales.
Ética de responsabilidad, para comprender que una decisión puede salvar a un compañero, pero también poner en riesgo la legitimidad de toda una organización.
Al final, lo que distingue a un operador competente de un profesional respetado no es solo su puntería ni su resistencia física, sino su capacidad de decidir de manera que su táctica de hoy no sabotee su estrategia de mañana.
Porque sobrevivir es táctica, sí. Pero dejar un legado de confianza, credibilidad y respeto en escenarios internacionales… eso es estrategia.
Olga Liliana Rojas Nieto
Especialista en Relaciones Internacionales, Delincuencia Organizada, Seguridad y Defensa.